Es imposible hablar de La Habana en particular y de Cuba en general siendo preciso, certero y neutral. Cualquier afirmación que se realice sobre el país estará basada en la experiencia personal y tamizada por una pátina de subjetividad derivada de las experiencias previas de cada persona.
Y cada persona es un mundo.
Y cabe un mundo entero en cada rincón de La Habana.
Así que, de todo lo que leáis aquí, creeros solo la mitad. O, como sugería Burt Lancaster en ‘El Temible Burlón’: Creeros solo la mitad de la mitad.
La Habana te define
Nuestro viaje #ACTIVO de Cuba empezó con nuestro coordinador esperándonos en La Habana, mojito en mano, mientras nosotros nos conocíamos en el aeropuerto y abordábamos juntos el avión.
La primera noche, llegamos a una casa particular donde Jessi, la dueña, Cubana cuarentona de caderas anchas y abrazos fáciles, nos esperaba para entregarnos las llaves y darnos la bienvenida. En un décimo piso –que alguno subió y bajó más de una vez por las escaleras- donde teníamos una vista espectacular de la ciudad. Quedaos con esta imagen
El tiempo que pasamos en La Habana nos sirvió para hacer una inmersión en la cultura y la manera de ser Cubana. Casas que se caen a trozos, coches con más de cincuenta años, pobreza y suciedad por todos lados contrastaban con las sonrisas de los cubanos, sus ganas de ayudarnos y la felicidad que emanaba su simpatía. ¿Te gustó La Habana? Sí y no. ¿Te pareció bonita? No lo sé. ¿Volverás? Definitivamente sí.
La Habana, amanecer Paseando por Habana Vieja Piso clásico en la Habana Jhon Lennon y el Paso Activo La Habana en todo su esplendor La Fortaleza de San Carlos Pescadores
El espíritu cubano
Nuestro viaje continuó hasta Trinidad. Una de las ciudades coloniales más bonitas del mundo. Tras recorrer la ciudad compitiendo por encontrar la mejor foto, alquilamos unas bicis para bajar a la playa. Ya íbamos impregnándonos del espíritu cubano y fuimos capaces de sonreír a las adversidades, disfrutar de una ruta que a alguno se le hizo un poco dura y recordar la experiencia como algo que mereció mucho la pena.
De nuevo en ruta, fuimos a El Nicho, un parque natural donde dejamos que la naturaleza nos mostrara ríos, cascadas, miradores y cuevas. De camino, en la furgoneta, alguien propuso un juego que marcaría el viaje. Contar una anécdota de tu vida y dejar que el grupo adivine si es verdad o mentira. El tiempo que pasamos en la furgoneta ya no volvió a ser el mismo puesto que bajamos el puente levadizo de nuestro carácter, subimos el rastrillo y dejamos que los compañeros entrasen en nuestra morada, de modo que ya no hubo siete individuos, sino un grupo muy compacto.
Tanto fue así que, en nuestra siguiente noche, parapetados bajo un porche en una casa, enfrente del mar y cayendo una tormenta maravillosa, el grupo generó debates maravillosos sobre temas elevados, importantes, sentidos y muy humanos. Sin ser una noche especial, será una noche diferenciada y exclusiva en nuestro recuerdo.
Bicis en Trinidad Centro de Trinidad Playa Ancón, tras el trayecto en bici Parque Natural el Nicho Bahía de Cienfuegos Más bicis, buen esfuerzo Más cavernas Más Playa Ancón En la furgo Señor en Trinidad Más cavernas en El Nicho No está fría Grupo en El Nicho
Emociones fuertes
Pero el viaje no acababa aquí. Aún teníamos emociones fuertes de camino. En la playa, cuando pasó la tormenta, probamos el buceo. Todos coincidimos en que fue una de las mejores experiencias del viaje. Además, el ir con un coordinador que es instructor de buceo y un apasionado de la seguridad y la enseñanza, nos dio la tranquilidad necesaria para probarlo. No dejéis que os lo cuenten. Es mejor, pero mucho mejor, que lo que yo pueda escribiros o las fotos o vídeos que podáis ver.
Pasado el ecuador del viaje, seguimos descubriendo la Cuba rural. En Viñales visitamos una plantación de tabaco después de recorrer el monte, sacar mil fotos a los mogotes de la zona y maravillarnos una y mil veces con las vistas y con la personalidad de los cubanos. Ver como se cultiva, recoge y trata el tabaco, de la mano de un ranchero es una de las mejores experiencias del viaje. Estás con ellos, te vas a andar por el monte con ellos, comes con ellos y te abrazas al irte… como si fueran tus amigos de toda la vida. En tan solo tres horas que tienes para conocerlos.
Para regresar a España, volvimos a La Habana, hicimos las últimas compras y nos despedimos de esa isla que no te deja indiferente y de esa capital que no sabes si te gusta o no pero a la que, seguro, vas a querer volver. Cuba es pasión. Pasión que se contagia y te atrapa.
Vaqueros haciendo tabaco Viñales Cascada en Soroa Mercado. Papayas y piñas Mirador en Soroa Rocío disfrutando del Buceo A por los pasos diarios… y a por el ron de la jornada Playa Girón Malecón de Playa Girón Tratándonos bien Naturaleza en Cuba Nuestra furgo
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