Continuamos por nuestro recorrido por paisajes naturales alucinantes de nuestro sorprendente planeta. En el artículo anterior; Los paisajes naturales más alucinantes 1ª parte,le dimos alimento al permanente deseo de descubrimiento que tiene el viajero. Pasamos por lugares tan impactantes como el Salar de Uyuni, en Bolivia, las dunas de Sosussvlei, en Namibia, el desierto de Atacama, en Chile, las columnas rocosas de Zhanhjiajie, en China y el agujero azul, de Belice.
En este artículo, repasaremos otros cinco igualmente espectaculares, de esos que no se van de la cabeza, de los que obligan a hacer cálculos y estimar fechas para visitarlos en cuanto sea posible. Cuanto antes mejor, ya que, con el periodo de cuarentena, estos espacios naturales han recuperado parte del esplendor que han ido perdiendo por la presencia y la presión humana. Visitar estos sitios es tener la posibilidad de verlos rejuvenecidos, de nuevo con un aspecto más brillante y natural, como hace décadas que no se contemplan.
1. Halong Bay, en Vietnam
Según la leyenda vietnamita, fueron los dragones celestiales, que el Emperador de Jade envío para ayudar a su pueblo en la lucha contra los invasores extranjeros, los que al escupir joyas y jades transformaron este espacio, creando las extrañas islas e islotes que pueblan esta bahía.
La bahía de Halong se ubica al noroeste de Vietnam y es, posiblemente, el máximo atractivo turístico de este país. Sus fabulosas islas de piedra caliza, formaciones y cuevas que han sido erosionadas con el tiempo, representan un espectáculo a la vista de gran belleza que, para muchos viajeros, está incluido en la lista de los lugares más impresionantes del planeta.
Con una extensión de 1.500 kilómetros, esta colección de islas rocosas está considerada como una de las Siete Maravillas Naturales del mundo y, como no podía ser menos, también está declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994.
Una vez en esta bahía, lo más normal y aconsejable es que se realice un crucero que discurra por entre los islotes, algo que se puede contratar fácilmente en el hotel, sea el que sea en el que se realice el hospedaje. Los cruceros pueden ser de una o dos noches, y prácticamente todos incluyen las mismas actividades; Trekking, Tai chi al amanecer en la cubierta del barco, recorrer alguno de los puertos pesqueros flotantes, la visita a la cueva de Sung Sot, Kayack y el baño en alguna de las playas de esta bahía.

2. Glaciar del Perito Moreno, en Argentina
En plena Patagonia, se ubica el famoso glaciar Perito Moreno, uno de los lugares imprescindibles de un país, Argentina, que tiene muchos espacios naturales en los que recrearse. Junto a las cataratas de Iguazú, es el monumento natural más visitado y admirado, y no es para menos.
Imaginen un lugar donde no deja de nevar nunca, acumulando nieve que, bajo su propio peso, se va aplastando en la cumbre y alargando y extendiendo como una enorme lengua blanca y en una infinidad de tonos azules que se va solidificando, endureciendo y creciendo durante cientos de kilómetros de extensión.
El glaciar se contempla magnífico, gigantesco y profundo, llegando a un punto en el que una enorme muralla de nieve desemboca en un pantano, también de un tono azul infinito, producto del mismo deshielo. En él se va desgajando, con cada desprendimiento en forma de columnas de hielo y nieve, a medida que el empuje acerca más y más a toda la mole hacia su trágico destino.
El glaciar Perito Moreno se incluye dentro del Parque Nacional de los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz, a 80 kilómetros de la ciudad de Calafate, la que sirve de residencia a todo turista que quiera acercarse a este lugar protegido.
El lugar visitable es el frente del glaciar, que mide unos 5 kilómetros de ancho y una altura de alrededor de 70 metros sobre la superficie del lago, aunque su profundidad real supera los 170 metros. La superficie total de este glacial es de 250 kilómetros. Existen excursiones para caminar sobre su superficie, así como paseos en barco que acercan a los curiosos al muro de hielo.

3. El Lago Moraine, en Canadá
Con seguridad, la imagen que ofrece el Lago Moraine la habrás visto en multitud de posters y salvapantallas, posiblemente no haya imagen más icónica cuando se trata de visualizar la belleza de la naturaleza. En una visita al Lago Moraine encuentras el equilibrio visual perfecto; un lago de aguas cristalinas, bosques tupidos y enormes montañas con sus cúspides nevadas. ¿Qué más puede pedir un amante de la naturaleza?
Es, efectivamente, un sueño, de esos que visitaron Jeremiah Johnson o el mismísimo Jack London para describir su Gran Norte. Uno de los territorios salvajes más hermosos y románticamente ecológicos de toda Canadá.
Este espectacular lago de montaña se encuentra ubicado en el interior del Parque Nacional Banff, en Alberta, en el conocido valle de los Diez Picos, a 14 kilómetros del Lago Louise y a 1.884 metros sobre el nivel del mar.
El lago tiene, aproximadamente, medio kilómetro cuadrado de extensión, se alimenta del agua proveniente del deshielo del glaciar, lo que produce ese color azul turquesa intenso en el que se ven reflejadas las montañas circundantes. Nadie escapa al encanto de este lugar único, tanta es su belleza que los canadienses decidieron incluirlo en el reverso de los billetes de veinte dólares que se imprimieron entre 1969 y 1979, pero, casi con total seguridad, te sonará porque es una de las imágenes más vistas que ofrece el sistema Android y uno de los fondos de pantalla más utilizados en el sistema Windows 7.
En este parque, habitan los famosos osos Grizzly, junto a otras 5.000 especies de animales más. Así que, entre otras actividades, los que llegan al valle de los Diez Picos pueden dedicarse al senderismo, a navegar por el lago, al montañismo o a la observación de animales en su hábitat natural.

4. Capadocia en Turquía
Los seres humanos no siempre hemos vivido enfrentados con la naturaleza, en ocasiones hemos armonizado lo mejor de cada uno para crear espacios únicos y sorprendentes. La Capadocia en Turquía es un claro ejemplo de ello. Las estructuras rocosas cónicas que, caprichosamente, ha ido modelando el tiempo y el clima han sido usadas por los seres humanos desde hace más de 4.000 años (Hititas), terminando de moldear este paisaje ondulado y mágico.
Sin lugar a dudas, este destino preferente en el turismo internacional es uno de esos sitios que hay que visitar para tener conciencia del mundo tan extraordinario que habitamos y cómo nosotros, las civilizaciones humanas, hemos ido dando forma definitiva a estos lugares.
Capadocia se formó como parte de la cadena montañosa de Tauro, en Anatolia meridional, el paso del tiempo fue creando esas formaciones tan curiosas en forma de conos, conocidas como las Chimeneas de las hadas. Durante los últimos lustros, las civilizaciones de los hombres han ido dejando su propio sello en toda la región, excavando cuevas para usarlas como casas, almacenes, iglesias y, en definitiva, todo lo que comprende una ciudad dentro de estas peculiares rocas.
Las Chimeneas de las hadas son las formaciones más icónicas y singulares de la Capadocia, también llamadas Kales o castillos, pero en su amplia variedad de formas y tamaños, la mayoría tiene una forma muy similar al falo masculino.
Los lugares que visitar en esta región son todos realmente espectaculares, pero no pueden faltar en una buena visita turística el Museo al Aire Libre de Goreme y al de Zeme. Tampoco las ciudades subterráneas de Kaymakli y Derinkuyu e imprescindible es, también, el Valle de Ihlara, el castillo romano excavado en la roca Uschisar, y las iglesias olvidadas de los Valles. Y, por supuesto; las chimeneas de las hadas con forma de hongo (Pasabag) y las que tienen forma de animales (Devrente), las primeras en el Valle de los Monjes y las segundas en el Valle de la Imaginación.

5. El salar de Makgadikgadi, en Botswana
En la entrega anterior, ya visitamos el salar boliviano de Uyuni, en esta ocasión, el salar de Makgadikgadi no se queda atrás ni en extensión ni en belleza. Con una superficie cercana a los 12.000 kilómetros cuadrados, es decir, más que toda Portugal, perteneciente a la cuenca del Kalahari, se encuentra esta que es una de las mayores salinas del mundo.
Esta impresionante extensión blanca tiene dos caras. Por una parte, durante casi todo el año, al quedarse sin agua, permanece solitaria, desolada debido a su extrema aridez, lo que provoca la ausencia total de los grandes mamíferos. Por otra parte, después de la temporada de lluvias, las dos zonas más grandes de este salar se cubren de agua, inundándose, lo que atrae a una gran cantidad de vida salvaje, entre los que destacan ñus, cebras e incluso manadas de elefantes, que se alimentan de la hierba que crece en la llanura y beben de sus aguas. Pero, también, una gran cantidad de flamencos en Sowa, al este de Makgadikgadi, y también en el Santuario de Nata, un impresionante espectáculo de miles de aves que no es posible en ningún otro lugar del planeta.
El agua de lluvia que se concentra en las Pans (salares), complementándose con los caudales de diferentes ríos estacionales, como la Nata, Semowane, Tutume, y el río Mosetse, en el este, así como el Okavango, a través del río Boteti, en el oeste, en los años de lluvias excepcionales, convierte a todo este lugar en un vergel para la vida salvaje.

Pero son sin duda sus atardeceres y amaneceres, lo que hace de este lugar un paraje único. Y es que todo alrededor es plano, y las noches sin luna, puedes contemplar la bóveda estrellada en 180º. ¡Algo increíble!
¿Echas en falta algún lugar alucinante del planeta? ¡Cuéntanoslo!
La próxima semana, la tercera entrega de los paisajes más alucinantes de la tierra.
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