¿Por qué viajamos?, ¿qué nos hace salir de nuestra casa, dejar atrás a nuestros amigos y adentrarnos en otras culturas?
¿Para qué nos sumergimos en ciudades distintas, civilizaciones extrañas y exploramos lugares, sabores y personas que no conocemos?
La respuesta se halla, exactamente, en el punto medio entre lo que nos emociona y lo que nos da miedo. Alguien dijo que si algo te asusta a la vez que te excita, es que estás en el lugar que debes estar.
Somos lo que escogemos en las decisiones que tomamos. Lo somos tanto como lo que dejamos atrás. No nos definen los lugares por donde pasamos, si no las experiencias que vivimos. Es por eso que puedes disfrutar de conversaciones con amigos en la plaza de tu barrio, en una montaña con vistas al mar o sentado en un sofá de un salón cualquiera y hacer del momento un instante imperecedero, de esos que se pegan a la piel y nos recuerdan quiénes somos y porqué nos comportamos como nos comportamos.
Muchos psicólogos hablan de educar a través de emociones. Aprendemos de lo que nos mueve por dentro, de lo que nos hace sentir de verdad, de aquello que nos llama poderosamente la atención. No de lo que repetimos hasta la saciedad sin poner alma en la acción. Por eso, las experiencias en lugares nuevos son tan determinantes, por eso cogemos trenes -a veces muy cochambrosos- nos alimentamos de curríes picantes, hacemos caminatas por selvas tropicales donde sudamos litros de agua por segundo o nos sentamos a tomar cervezas refrescantes pero insípidas con locales que nos abren sus casas, sus sonrisas y sus corazones.
Dos amigos que se reencuentran 
Experiencias que merecen la pena 
Coordinadores de PasoNoroeste 
Estar y vivirlo
Por eso viajamos, porque somos Paso Noroeste y queremos seguir viviendo experiencias inolvidables. Llenando nuestra mochila de instantes que merecen la pena, no de cosas materiales.
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