qué ver en Brasil

Todo viajero se pregunta alguna vez qué ver en Brasil. En este sentido, no es necesario decir que Brasil no cabe en una sola mirada, ni siquiera en un solo viaje. Sin embargo, sí que hay una parte del país que es obligado visitar, un espacio que, si te dejas llevar, se queda en ti para siempre: el Noroeste.

Desde Paso Noroeste, donde diseñamos cada aventura con el corazón de un viajero y los pies bien curtidos por caminos del mundo, sabemos que viajar a Brasil es mucho más que ir a sus ciudades más conocidas.

Para disfrutar verdaderamente de este “país de la samba”, hay que dejarse seducir por la música que nace en las esquinas, por las dunas que parecen no tener fin, por pueblos coloniales que narran historias en cada calle empedrada. En este artículo, queremos acercarte a esas maravillas del Noroeste brasileño que no suelen aparecer en los itinerarios más trillados, pero que nos hacen volver una y otra vez.

Desde el Atlántico al sertão, donde la naturaleza deja huella

Si te preguntas qué ver en Brasil en una ruta por el Noroeste, la respuesta comienza con un soplo de viento cálido y salado en los labios en las playas de Lençóis Maranhenses. Imagina un desierto de dunas blancas, surcado por lagunas cristalinas que se forman con las lluvias de temporada. Este parque nacional, en el estado de Maranhão, es uno de esos lugares que parecen imposibles, pero que existen. Lo mejor es explorarlo caminando o en vehículo 4×4, dejándote guiar por los vaqueiros locales que conocen cada rincón.

Desde allí, puedes seguir la mítica Rota das Emoções, un itinerario que conecta Lençóis con Jericoacoara y el Delta del Parnaíba. Jericoacoara, en Ceará, es un antiguo pueblo de pescadores que ha sabido conservar su espíritu libre. No hay calles asfaltadas, solo arena, viento, surfistas, capoeiristas y ocasos que se celebran al ritmo de los aplausos. En este espacio singular, una de las mejores actividades en Brasil es ver cómo el sol se hunde en el Atlántico desde lo alto de la Duna do Pôr do Sol.

Y si hablamos de naturaleza, no podemos olvidar el Delta del Parnaíba, uno de los pocos del mundo que desembocan en mar abierto. Es posible explorarlo en lancha, navegando entre manglares, viendo cómo los guacamayos cruzan el cielo y los caimanes se esconden entre las ramas. Una experiencia sensorial y única.

Ciudades que cuentan historias y gente que las baila

El Noroeste brasileño también vibra en sus ciudades como São Luís, la capital de Maranhão, una joya colonial menos transitada que Salvador, pero igual de fascinante. Su centro histórico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está lleno de azulejos portugueses que cuentan siglos de historia. Además, es considerada la cuna del reggae en Brasil, y si tienes suerte, podrás ver cómo la ciudad se transforma en una fiesta al aire libre al anochecer.

Otra parada imprescindible es Teresina, en el estado de Piauí que, aunque más moderna, guarda una identidad muy marcada, mezcla de ciudad interior con espíritu cultural. Desde aquí se accede a uno de los secretos mejor guardados del país: el Parque Nacional de la Serra da Capivara, donde se encuentran algunas de las actividades en Brasil más sorprendentes para quienes aman la arqueología y la historia. En este lugar remoto y caluroso se esconden más de 30.000 pinturas rupestres, algunas con más de 12.000 años de antigüedad.

Sabores que te acompañarán mucho después del viaje

Otra de las cosas más interesantes qué hacer en Brasil es comer. Y en el Noroeste, la gastronomía es una mezcla potente de sabores africanos, indígenas y portugueses. Prueba la moqueca de peixe, un guiso de pescado con leche de coco y aceite de dendê que se sirve con arroz blanco, y el cuscuz nordestino, que no tiene nada que ver con el magrebí, ya que es de maíz y se acompaña de todo tipo de guarniciones, desde huevos hasta carne seca.

Para los más aventureros del paladar, en Maranhão es típico probar el arroz de cuxá, con vinagreira y camarones secos. Y no olvides acompañar la comida con una buena caipirinha de caju o una cerveza fría compartida en la playa con los locales. Porque viajar a Brasil es también dejarse abrazar por la generosidad de su gente.

 

Cuándo y cómo viajar a esta región

Una de las grandes ventajas del Noroeste brasileño es que, al estar cerca del ecuador, las temperaturas son agradables durante casi todo el año. Sin embargo, si quieres ver los Lençóis Maranhenses en todo su esplendor, es decir, cuando las lagunas están llenas, el mejor momento para viajar a Brasil es entre junio y septiembre. Antes de eso, puede que aún esté lloviendo; después, muchas lagunas empiezan a secarse.

Respecto al transporte, lo más recomendable es comenzar en São Luís y moverse combinando transporte terrestre, lanchas y traslados organizados. No es una región tan conectada como el sur o el sudeste del país, pero eso también forma parte del encanto: moverse lentamente, detenerse, mirar.

Y un consejo extra desde Paso Noroeste: no tengas prisa. El Noroeste de Brasil no se descubre a toda velocidad, lo mejor será dejarse guiar por los ritmos del forró, las paradas improvisadas, los pueblos donde nadie habla tu idioma, pero todos te entienden. Ese es el verdadero viaje.

Desde nuestra experiencia como viajeros incansables, sabemos qué ver en Brasil y no se trata de una simple lista de lugares, sino de un cúmulo de experiencias que te transforman. El Noroeste es una de esas regiones que se quedan contigo en el cuerpo, por el sol y la sal, también en la mente, por sus paisajes imposibles y, por supuesto, en el alma y en la memoria, por su gente. ¿Te animas a descubrirlo con nosotros? Reserva ya tu viaje a Brasil con Paso Noroeste.

 

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